Fortalecer sociedad civil y partidos políticos, una tarea pendiente en Venezuela

La manifestación convocada para este martes 7 de febrero por las organizaciones sindicales del sector salud, es un buen ejemplo de cómo la sociedad civil puede participar en la demanda de soluciones a la grave crisis que vive el país, opinó la abogada y doctora en sociología Jacqueline Richter.

“Esta marcha tiene dos aristas. Por una parte, las malas condiciones del sistema de salud en Venezuela, lo que afecta tanto a los trabajadores del sector como a la población en general. Por otra, los bajísimos salarios y otras desmejoras en los beneficios socioeconómicos de estos trabajadores. Como se ve, no es una protesta solo por las malas condiciones laborales, sino también por la mala situación de los centros públicos de salud”, indicó Richter en entrevista con Prensa Unidad Venezuela.

“El tema del hambre, que afecta hoy día a la inmensa mayoría de los venezolanos, es otra bandera que también están tomando las organizaciones sindicales. Porque en definitiva se trata de eso, del hambre que está pasando la gente porque ya los salarios no alcanzan”, agregó.

Cuando se le preguntó “con qué se come eso de sociedad civil”, la profesora de Sociología Jurídica y de Derecho del Trabajo explicó que el término abarca cualquier tipo de organización creada por ciudadanos: una asociación de vecinos, un grupo de damas voluntarias de un hospital, una junta de condominio o el comité de aguas de un barrio. “De todas estas, los sindicatos son la forma más organizada de sociedad civil”, apuntó.

Sin embargo, la “agenda social” de la sociedad civil no necesariamente es igual a la “agenda política” de los partidos, aclaró. “La gente se organiza con el propósito de buscar soluciones a problemas que le afectan cotidianamente. En un barrio que no tiene agua, forman un comité de vecinos para dirigirse a las autoridades y exigirles que se les brinde el servicio”, puntualizó.

En este momento en Venezuela “la agenda de los partidos políticos son las elecciones, el cambio de Gobierno”.  Pero “pareciera que el tema del voto no es lo suficientemente fuerte como para cohesionar a la gente y hacer que salga a la calle a reclamarlo”, respondió cuando se le preguntó cómo se puede organizar la sociedad civil para exigir el derecho al voto que le ha sido secuestrado por el Gobierno.

“El problema en este momento de una maestra de una escuela municipal es cómo logra llegar al fin de quincena, cómo logra comprar con el cestaticket los productos básicos, y para buscar solución a eso recurre a su sindicato, no a los partidos”, insistió.

La gente sí responsabiliza al Gobierno de los problemas que le afectan y también entiende que la solución es salir de este. “Pero eso lo ve como algo que escapa de su accionar cotidiano. Lo ve como un problema político y, por tanto, como una responsabilidad de los partidos políticos.  Para eso, dicen, voté por una Asamblea Nacional, para que solucione los problemas políticos”, indicó. 

“La gente vincula al Gobierno con la crisis del país, pero el segundo paso, el de que tiene que organizarse para lograr que (Nicolás) Maduro se vaya, no veo que lo tenga tan claro”, precisó.

Superar las debilidades

A la pregunta de qué corresponde entonces hacer, como sociedad, para enfrentar y superar la situación, advirtió que “no se le puede pedir a la sociedad civil que haga el trabajo de los partidos, ni a los partidos que hagan el trabajo de la sociedad civil”. 

Al respecto recordó la crisis que vivió Argentina al final de la década de los ochenta y principios de los noventa, cuando la hiperinflación provocó que el porcentaje de personas viviendo en la pobreza pasara de 25% a comienzos de 1989, al récord histórico de 47,3 % en octubre de ese mismo año.

“En ese momento no había una esquina en Argentina donde no hubiera una protesta. Estaban los famosos piqueteros por doquier. Estaban los desempleados. Después la gente se organizó en ollas comunitarias. Todos los días había protestas. Llegaron a tener una sucesión de Presidentes por la presión de la gente”, contó.

En efecto, la crisis por la hiperinflación llevó a la derrota electoral al entonces presidente Raúl Alfonsín y a su posterior renuncia, por lo cual se adelantó el traspaso del poder a su sucesor, Carlos Menem, quien resultó electo en los comicios de 1989.

“En Venezuela también hay miles de protestas todos los días, cierto, pero son espontáneas y desarticuladas. No hay ninguna instancia que articule todas esas protestas”, indicó.

“El problema es que todavía tenemos una sociedad civil muy débil”, advirtió.

“¡Cómo organizar a la sociedad civil si los propios partidos están en una situación de absoluta debilidad!”, respondió cuando se le consultó si corresponde a estos organizar y canalizar las protestas de esa población descontenta.

“En la década de los setenta y de los ochenta hubiera sido impensable, en Venezuela, que un dirigente nacional saliera públicamente diciendo que se estaba enterando por televisión de que su partido estaba participando en una reunión con el Gobierno, cuando todos habíamos visto a los representantes de ese partido en la foto de la reunión”, señaló.

“¿Eso de qué está hablando? De una estructura interna de los partidos con mucha debilidad. En los años setenta, ese señor, aunque hubiera sido un dirigente nacional, habría pasado a tribunal disciplinario”, sostuvo.

En ese sentido refirió que la Unidad Democrática, la alianza partidista opositora que venció en las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, era mucho más fuerte en ese momento de lo que es hoy. “Para ese proceso logró montar a todos sus integrantes en una agenda común a pesar de que había diversas posiciones. Hoy la veo mucho más débil y dividida. Los conflictos internos lograron superarla”, comentó.

Movimiento sindical fracturado

Al igual que las organizaciones políticas, el movimiento sindical en Venezuela también está pasando por un proceso de profunda división, dispersión y represión. “La mayoría de los dirigentes sindicales sometidos a procesos judiciales, viene del chavismo. A los primeros a los que les ha dado el Gobierno, y muy fuerte, es a sus propios dirigentes sindicales”, continuó Richter.

Asimismo, las organizaciones sindicales vinculadas a la oposición atraviesan procesos de profundas divisiones, como el conflicto entre tendencias que existe en el seno de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), que en otra época fue la principal y más fuerte central obrera del país. “Ese conflicto ha paralizado la participación de la CTV en algunas acciones”, reveló la docente de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Por otro lado está la Unión Nacional de Trabajadores (Únete), que viene del chavismo, y cuya principal dirigente, Marcela Maspero, está enfrentando roces con sus bases por haberse unido a Voluntad Popular (VP).

“Este cuadro impide que haya avances en el sindicalismo en Venezuela. Si a eso se suma que la población asalariada del sector privado ha disminuido considerablemente por el cierre de empresas, llegamos a un punto en el que ni siquiera podemos decir que se puede empezar a levantar la cabeza”, advirtió.

Toda la vida, en el mundo entero, la política ha tenido mucha influencia en el tema sindical. “Lo que pasa es que el nivel de polarización en Venezuela es tan alto, que se hace más evidente”, concluyó. 

Prensa Unidad Venezuela

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