Asalto al Parlamento

Por: Edmundo González Urrutia

Como quiera llamárseles: bandas violentas, colectivos, paramilitares o grupos de choque armados por el gobierno, que actuando en complicidad con quienes tienen la obligación de custodiar y brindar seguridad a las instalaciones de la Asamblea Nacional y a sus integrantes, tomaron por asalto la sede de la Asamblea Nacional. Fue un vergonzoso espectáculo que produjo varios heridos y empaña nuevamente la ya deteriorada imagen de la Guardia Nacional.

Esa misma fuerza que la semana pasada mostró su desprecio por la civilidad y cuyo comandante, para mayor bochorno, fue “condecorado” por haber tenido la “valentía” de darle un empujón por la espalda al Presidente de la Asamblea Nacional, electa por 14 millones de venezolanos en diciembre de 2015.

Lo ocurrido ayer fue un espectáculo deshonroso. Por 8 horas mantuvieron secuestrados a los parlamentarios, trabajadores, periodistas e invitados a la sesión solemne para conmemorar el Aniversario de la Independencia. Un episodio más en la ya larga cadena de arbitrariedades promovidas desde el gobierno. Tiempos de violencia, de asedio al parlamento, que nos hizo recordar el “Fusilamiento del Congreso”, el asalto por montoneras armadas en tiempos de José Tadeo Monagas en 1848

El repudio internacional fue inmediato. Buena parte de los gobiernos de la región condenaron en términos enérgicos el asalto al parlamento; reprobaron por inadmisible esta acción vandálica impropia de un país cuyo gobierno presume de ser democrático, pero que en realidad es una abierta dictadura. Una comprobación más de que aquí no hay respeto por la separación de poderes, por la civilidad, por la casa del pueblo. 

Es un “avasallamiento” del Poder Ejecutivo sobre otro poder del Estado, expresaron los gobiernos del MERCOSUR en un comunicado. Una muestra de la “desinstitucionalización” que vive el país, como la calificó el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos

Una jornada inédita y de las más violentas de la historia del parlamentarismo latinoamericano, que estuvo precedida unas horas antes por una arenga del Vicepresidente en la que incitó “al pueblo de a pie” a venir al parlamento. 

Lo que presenciamos ayer son las acciones de un gobierno crecientemente débil y sin respaldo popular. Un gobierno al que sólo le queda el recurso de la violencia para intentar acallar una robusta oposición que no se arredra ni se detiene hasta alcanzar el objetivo de recuperar la democracia y emprender en paz los cambios que necesita el país.

Hace 206 años los diputados de entonces sellaron el Acta de la Independencia inspirados en la construcción de una república civil. En circunstancias tan aciagas como las que vive la Venezuela de hoy, bien vale recordar que es en la Asamblea Nacional donde reside la voluntad del pueblo; que es allí donde se aglutina la representación del soberano y que fue en aquella Constitución de 1811 donde quedaron establecidos los fundamentos de la república civil: la separación de poderes, la alternancia en el poder y los límites y atribuciones de los poderes públicos, como se recordó en la sesión solemne de ayer. 

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