SÍ a la democracia

Por: Edmundo González Urrutia

Los venezolanos se expresaron de manera indiscutible en la consulta popular del 16 de julio, la cual ha sido calificada como la expresión de desobediencia civil más grande de América. Fue una jornada histórica sin precedentes en la que se dijo SI a la Constitución de 1999; SI a la renovación de los Poderes Públicos; SI a la conformación de un gobierno de Unión Nacional.  

De poco valieron las restricciones y el cerco informativo impuesto por el gobierno a los medios independientes; las amenazas y amedrentamientos a los empleados públicos  y  a los beneficiarios de los programas sociales. Más de 7.6 millones de venezolanos rechazaron el proyecto ilegal de Nicolás Maduro de convocar una Asamblea Constituyente sin la previa aprobación del pueblo; solicitaron a la Fuerza Armada Nacional respetar la Constitución de 1999 y aprobaron que se proceda a renovar los Poderes Públicos,  la realización de elecciones y la convocatoria a un Gobierno de Unión Nacional.

El gobierno debe leer muy bien ese mensaje  e interpretar esa nueva realidad política. El país entero rechaza su propuesta. Sin embargo, a pesar de estos resultados, se mantiene tercamente firme en llevarla adelante.

Varios gobiernos del hemisferio se han pronunciado sobre la consulta popular: reconocieron el civismo de los venezolanos; les felicitaron por su capacidad organizativa; y le han solicitado al gobierno de Maduro no sólo que escuche la expresión del pueblo, sino que renuncie a la iniciativa de la Asamblea Constituyente, para dar inicio a la restitución del orden constitucional.

Cinco expresidentes de nuestra región, Andrés Pastrana de Colombia, Vicente Fox de México, Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez de Costa Rica y Jorge Tuto Quiroga de Bolivia, nos acompañaron como observadores internacionales y fueron testigos de esta fiesta democrática. Todos ellos pudieron constatar de primera mano los desarrollos de esta jornada cívica y pacífica, sólo empañada por acciones violentas aisladas de los grupos paramilitares del gobierno que provocaron nuevas víctimas.

Ellos, los expresidentes, y otros representantes de partidos políticos y Organizaciones No Gubernamentales de la región, compartieron con nosotros la alegría de unos resultados que representan un terremoto político, pero aún más importante, transmitieron varios mensajes a Venezuela y al mundo.

En primer lugar, al gobierno de Maduro, para que escuche y respete la expresión del soberano, admita que hay un país que rechaza su propuesta y proceda a suspenderla, ya que lejos de contribuir a la normalidad institucional del país, lo que genera es mayor polarización y confrontación entre los venezolanos.

Segundo, un urgente llamado a la comunidad internacional para que reconozca la legitimidad de esta consulta como una expresión constitucional y profundamente democrática. Ya es hora de que los gobiernos de nuestra región dejen de guardar silencio por cuanto ocurre en Venezuela. Ya es hora de llamar las cosas por su nombre; quien gobierna el país pretende consolidar una dictadura.

Tercero, un llamado a la Fuerza Armada Nacional para que bajen las armas, cese la represión y dejen de asesinar a los jóvenes que protestan por un futuro mejor.

La presión internacional es clave. Ya no se trata exclusivamente de denunciar las arbitrariedades y condenar las violaciones de los derechos humanos. Ante las amenazas que se ciernen sobre la democracia venezolana si se instala la Asamblea Nacional Constituyente, es tiempo de que se exploren otras acciones más contundentes como sería la aplicación selectiva de sanciones a los responsables de violaciones graves a los derechos humanos.

 

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