Una elección con sorpresas

Por: Edmundo González Urrutia

El triunfo de Sebastián Piñera en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile estaba cantado. Así lo anticipaban todas las mediciones de opinión. Sin embargo, su triunfo en la primera vuelta lo opacó el número de votos obtenidos, 36.6%, una cifra menor de las estimaciones y 8 puntos porcentuales menos de los que obtuvo en la primera vuelta de la elección presidencial de 2009.  Deberá aguardar por los resultados de una segunda vuelta prevista para venidero 17 de diciembre.

Alejandro Guillier, candidato de la coalición pro-gubernamental ahora denominada La Fuerza de la Mayoría, obtuvo el 22.5% de los votos, 10 puntos por debajo de Piñera. Guillier, es un outsider de la política. Durante la campaña presumía de su condición de independiente para diferenciarse de la clase política tradicional que es vista ve con creciente desgano por los chilenos.   Deberá hacer un esfuerzo político importante para ganarse el voto de la fragmentada izquierda en la segunda vuelta.

Otra novedad fue la elevada abstención que coloca a Chile como uno de los países donde ha caído la participación. Cinco de cada diez  ciudadanos no votaron. La clave está en el cambio de la normativa que pasó el voto de obligatorio a voluntario

Pero el gran elector de estos comicios fue el Frente Amplio cuya alta e inesperada votación lo revela como la mayor sorpresa política. Su fracción parlamentaria será de 20 diputados. El FA es una coalición de fuerzas de izquierda que se constituyó como movimiento político a comienzos de este año.  Su candidata Beatriz Sánchez obtuvo el 20% de los votos muy cerca del segundo puesto. La dirección del partido incluye algunas figuras emblemáticas del movimiento estudiantil que lideró las protestas del año 2011. Para no pocos analistas se trata de un movimiento anti sistema emparentado con el PODEMOS español.

El candidato más a la derecha, José Antonio Kast también tuvo un desempeño superior a lo esperado al obtener el 8% de los votos

Hay otras lecturas que se desprenden de esta elección. El Partido Demócrata Cristiano, uno de los puntales de la democracia chilena, tuvo su peor elección. La DC compitió con una candidatura propia, fuera de la coalición que ayudó a construir y que gobernó al país desde 1990.   Varias de sus figuras emblemáticas como Andrés Zaldivar, actual presidente del Senado e Ignacio Walker perdieron sus curules.

Los escenarios para la segunda vuelta lucen complejos. Piñera deberá sumar los votos del derechista Kast, pero aun así no llegaría a la mayoría. Para alcanzar el 50% debe sumar electores del centro e incluso de la centro izquierda.

Por su parte Alejandro Guillier enfrenta el dilema de atraer los votos del Frente Amplio sin poner en riesgo votos de la izquierda moderada y del centro. Su mejor carta para alzarse con el triunfo será la de presentarse como el candidato que puede frenar el regreso de la centro derecha al gobierno.

Los resultados de esta jornada electoral comportan también una reconfiguración del mapa político. El nuevo sistema electoral permitió el ascenso al Parlamento a figuras de poca trayectoria política y con escaso respaldo de votos, algunos con apenas el 1%.  Cualquiera que resulte ganador de la segunda vuelta tendrá que negociar con un Congreso  multicolor, fragmentado políticamente y en el que ninguna fuerza por sí sola puede tener mayoría. Para algunos analistas esta pluralidad, producto de la reforma del sistema electoral, reflejará mejor la diversidad de sociedad chilena.

Caracas, 21 de noviembre 2017

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