La Revolución en jaque

Por: Edmundo González Urrutia

Desde finales de diciembre, el gobierno iraní de Hassan Rohani enfrenta una ola de protestas y agitación callejera que ya ha cobrado una veintena de muertos y más de mil detenidos. A juicio de observadores internacionales, son las más graves protestas desde el año 2009.

Para las autoridades se trata de un complot de un grupo de “sediciosos” y “contra revolucionarios” promovido por Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita. Pero el asunto es mucho más complejo. En el plano interno todo parece indicar que se trata de pugnas entre los grupos ultra conservadores que ven con desagrado las políticas moderadas de Rohani y buscan debilitar su gobierno. Para otros,  se inscribe en el marco del viejo conflicto entre Irán y Arabia Saudita por la hegemonía de esta región en la que Irán ha sabido sacar provecho político a través de sus apoyos a los conflictos en Siria, Yemen, Líbano e Irak.

En medio de este enmarañado escenario geopolítico entra en juego también el gobierno de Estados Unidos que empeñado en distanciarse de las políticas de la administración anterior, ha decidido una apuesta delicada: atacar duramente al régimen de Teherán y respaldar públicamente las manifestaciones opositoras arriesgando los acuerdos alcanzados en 2015 que alejaron el peligro de una escalada atómica en una región de suyo explosiva.

Aunque el país ha mostrado señales de recuperación económica en términos de incremento del PIB y una disminución de la inflación, existe un malestar económico que se expresa en una alta tasa de desempleo juvenil, mal manejo de la economía y denuncias de corrupción. De hecho buena parte de las motivaciones de las protestas eran la mala situación económica y los altos precios de los productos de primera necesidad.

Para otros, el fondo de las protestas refleja un rechazo al sistema islámico liderado por el Ayatola Alí Jamenei, guía espiritual de la revolución.

 En la movilización de los manifestantes han resultado clave las redes sociales, en particular la aplicación Telegram que cuenta con 40 millones de usuarios. Por tal razón las autoridades han estudiado la manera de bloquear estas herramientas tecnológicas para contener “la promoción de actividades terroristas” una medida que ha sido calificada como la “muerte del periodismo  independiente”.

La comunidad internacional ha reaccionado ante esta situación. La alta representante para política exterior y seguridad de la Unión Europea ha solicitado el respeto a las manifestaciones pacíficas y garantías a la libertad de expresión, mientras el Secretario General de la ONU hizo un llamado para que cese la violencia  al tiempo que el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos exhortó al diálogo y exigió investigar las muertes. Por último algunos gobiernos evalúan una convocatoria del Consejo de Seguridad. 

A fin de cuentas, con unas protestas que hasta ahora se han limitado al interior del país y  que parecieran no representar una amenaza real para la estabilidad del gobierno,  las perspectivas de influir en un cambio de régimen lucen distantes.  Los opositores no han logrado presentar una visión alternativa de la sociedad capaz de motivar a los miles de  ciudadanos descontentos.

 

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